Temprana, pero efímera. Tanto que aún no has llegado y ya
siento como te estás marchando.
Han pasado tantas, y sigues sin escarmentar el nudo que se
te sube a la garganta, solo con escuchar que taconea en la esquina de tu
almohada. Que susurra en sus plazas, que
corre por sus calles, que se perfuma de jazmín por las noches.
Sevilla y la primavera. Tantas palabras que dirían que es
amor. La primavera y Sevilla.
Sevilla sueña a cualquier hora, en cualquier marco, en
cualquier plazuela, que se la encontrará a ella. Vestida de azul cielo, con la
sonrisa que se dibuja en las tardes de sol , tal vez hablando de cofradías, o
tal vez de verónicas maestrantes.
La primavera es a Sevilla, lo que la lluvia al campo, el mar
a la arena, el río al Guadalquivir, la rima al verso, la musa al poeta, la
noche a la luna, la marcha a la partitura.
La primavera es, el amor infinito de la ciudad que cuenta el
tiempo al revés. El amor de noches en
vela, de mañanas de café caliente con leche fría, de desvelos, de insomnio, de
sueños confundidos, de revirás de barrio, de chicotás eternas.
Sevilla se enamora de la primavera, porque ella es la que
guarda las llaves de nuestra Semana Santa.
Faltan pocos días para que la primavera le de la mano a
Sevilla.
Juntas reirán y llorarán por las calles de siempre, cuando suene
la música de siempre, y vean sus tesoros de siempre.
Se levantarán temprano para preparar el azul imperial que
pregonará el cielo.
Solo un poco mas tarde, los primeros chiquillos no podrán
soñar mas y decidirán, no sin temor, abrir las persianas de sus habitaciones.
La primavera se encargará del perfume de los naranjos,
mientras Sevilla ya espera nazarenos blancos del Porvenir. Será ahí cuando todo
vuelva a empezar, cuando el universo entero no comprenda, ni falta que hace, lo
que siente un sevillano cuando la primavera se desata por los callejones de la
ciudad.
Será ahí, cuando recuerdos de niñez acaricien los corazones
del pueblo entregado a su destino.
“Sevilla guarda en su plaza de Molviedro, las ilusiones de
siempre. Tricornios llegarán al compás de su gente. Sagradas vestiduras de
Jesús Despojado, en el antiguo Compás de la Laguna. Tres de la tarde, se
calienta el ambiente. Suena ¡A la gloria! y ¡Venga de frente!
La música del pueblo, tiene que estar presente.
Es Virgen de los Reyes la música de la primavera, la música
de Sevilla. Como lo fue siempre.
Y si la música no suena, la partitura se regala, Salve al
Rey de los Judíos, Salud y buen viaje, pero tricornios no viajan. Martes Santo,
desamparados por San Esteban, un año mas en la Judería Sevillana.
Tampoco suena en San Román. Tricornios te persiguen en
sueños, no alcanzan el alba, ni tampoco ven tu mirada, son penitentes de tu
talón por la fragua. Piel morena y cruz de bronce, caminando va por tientos, y
nosotros al calvario de quererte y no tenerte. No suena la música bajo la luna
flamenca, no salen las notas en este valle de angustias, se pierden primaveras
en los sueños, y los recuerdos son lágrimas que caen por las mejillas cuando
Virgen de los Reyes no toca la Saeta en el Gitano de Sevilla.
Del pueblo y para el pueblo, junto a la Aurora, en el
domingo de la melancolía, que parece que acaba y vuelve a empezar. Resucitó, al
tercer día. “
Quizás fue la primavera la que inventó Triana. No se
explicas pues, que Sevilla se partiera en dos.
Quizás dibujó su río, le coloreó
sus barcas.
Quizás inventó el rostro del gitano de la cava.
Triana, arte, sentimiento, cofradías de barrio, las
primeras, embrujo y magia.
Triana es pureza, Esperanza de Triana, para Triana y los
trianeros.
Triana es la Sevilla de Sevilla, la obra de arte de la
calle, la plazuela de siempre, alfareras de toda la vida.
Triana es donde la primavera suelta a Sevilla.